Por: Michelle V. Mancero

 

Por lo general al iniciar un nuevo año siempre se nos viene a la cabeza la frase tan cliché "borrón y cuenta nueva", y debo admitir que yo era de las personas que se la repetía siempre en esta época del año, la cuestión es que al querer hacer esto inconscientemente estaba anulándome, porque estaba haciendo a un lado todos los aprendizajes que había obtenido durante el año y no fue sino hasta hace un par de años que empecé a cuestionar ese pensamiento porque me di cuenta que en los trescientos sesenta y cinco días que dura un año había atravesado una serie de procesos que me permitieron avanzar al siguiente nivel en varias áreas de mi vida, y llegar a esa conclusión me permitió entender que si bien se trata de un nuevo ciclo, no tengo por qué iniciarlo desde cero, sino que lo más sabio sería empezarlo con todas las herramientas, aprendizajes, habilidades y competencias que logré a lo largo de todo ese lapso de tiempo.

Por esa razón para mí terminar un año significa sentar raíces.

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Ustedes se preguntarán ¿qué significa esto?  No es otra cosa que realizar una especie de inventario de todos los procesos, experiencias y caminos que emprendimos durante este 2022, pero lo que hace que este no sea un enlistamiento cualquiera y nos permita sentar raíces y trascender hacia una mejor versión son las preguntas a través de las cuales volvemos a vivirlos y sentirlos en nuestro cuerpo y nuestro corazón, porque como dice un quote que leí hace mucho tiempo “la calidad de nuestras preguntas determinan la calidad de nuestras vidas”.

En ese sentido, por experiencia propia pienso que cuando se trata de nosotros es aún más importante hablarnos desde un lugar de amor, autoempatía y asertividad, mas no desde el reproche, por lo que resulta más productivo preguntarnos el para qué de una vivencia que el por qué, y gracias a este pequeño pero notable cambio en nuestro lenguaje pasamos de un papel de víctima a sentirnos empoderados, ese ¿para qué? nos exige conectarnos con nosotros mismos para pensar más allá, extraer aprendizajes y elegir con qué nos quedamos, por añadidura a través de esta magia podemos crear nuestra propia caja de herramientas que nos van a ayudar a actuar, pensar, hablar, ser desde un lugar mucho más auténtico, y lo más increíble es que con cada año no sólo podemos irla creciendo, sino también mejorando, de modo que vamos a tener nuestros propios sistemas y mecanismos para crecer, sanar y expandirnos.

 

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