Por: Daniela Armijos Palacio

El sentimiento de sentirse quemado emocional y mentalmente es un problema moderno que está afectando a la sociedad actual. Puede ocurrir como respuesta del entorno laboral, la sobre carga de trabajo o en la vida personal, por el cúmulo de sentimientos y situaciones que se viven en la cotidianidad. Por lo general, pasar por el síndrome del burnout es más frecuente en personas perfeccionistas y que poseen la facilidad para adquirir estrés por cualquier situación laboral ya que tratan de dar más de lo estrictamente necesario. Pues, yo soy ese tipo de personas y debo admitir que el estrés no produce más que entorpecer el proceso y te mantiene internamente con ansiedad, disminución de la realización personal, bloqueos creativos constantes; y en general, un agotamiento emocional extremo. Cualquier situación de mínima crisis se la maximiza y no se logra solucionar nada y/o avanzar hacia el objetivo final por sentir que todo está “nublado”.

En esos momentos, el cuerpo y la mente ponen resistencia y lo único que sucede en el interior es la elección de dos caminos: luchar desmotivado o huir del cansancio. Dos caminos que solo pueden llevarte a permanecer en un círculo de decisiones forzadas lejanas a la felicidad.  En resumen, el burnout es una cadena interna de sentimientos negativos producida por el agotamiento mental, físico y emocional; la cual genera al ser humano una visión alterada de su realidad y que lo vuelve inútil para completar cualquier objetivo deseado.

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Claro está, que el síndrome del estar quemado no es una elección de adquisición propia como tal. En realidad, es una respuesta del cuerpo para que la persona se tome un descanso de tantas responsabilidades y situaciones sociales que decide adoptar, o se le han impuesto. Existen diversos casos de burnout, pues para cada persona es una situación específica y no se puede hablar de este problema como una cuestión generalizada. Para algunos puede ser el sentimiento de estar quemado por situaciones laborales, para otros familiares; o para otros sociales netamente. Sin embargo, el centro de este síndrome radica en lo mismo: la intolerancia a una serie de factores que agotan la capacidad humana de reacción y adaptación racional. En definitiva, es el final de una cadena de un largo proceso de estrés elevado y es importante, aceptar que uno está pasando por una situación de burnout para poder afrontarla de manera apropiada en relación con tu forma de ser y reacción individual a situaciones de estrés y crisis.

"Es irónico estar escribiendo sobre este tema cuando personalmente, me he sentido quemada los últimos meses.  Me considero dentro del grupo de los que ahora catalogan como workaholics y trato de alcanzar la perfección en mis obligaciones laborales, personales y sociales."

El sentimiento de burnout constante que personalmente poseo cuando estoy afrontando grandes obligaciones me ha generado desmotivación de hacer cosas que siempre me ha gustado y me ha afectado mis relaciones personales por mi cambio de ánimo; o mi enfoque único y exagerado en tratar de terminar mis obligaciones con antelación y apuro.

Pensemos, de forma metafórica, que los humanos vivimos en una especie de péndulo en movimiento todo el tiempo y que es importante, mantener el equilibrio para no mantenerse en el extremo del burnout o en el externo opuesto del quemeimportismo; lo cual es otro tema que invade nuestra sociedad. Aprender a controlar nuestra mente y sentimientos es un reto diario que va de la mano del autoconocimiento y de la inteligencia emocional; la cual se puede alcanzar con la auto motivación y apoyo de los profesionales de la salud mental.

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